11 de agosto de 2007

Poco a poco




Hace años, como 20 o 25, que mantenía una ilusión que por diversos motivos no se cumplía. Aquella casa estaba ligada a un pueblo, a su vez estrechamente ligado a innumerables sensaciones intensas. Su padre hace 35 años que construyó aquella casa. En el espacio de terreno que quedó su madre plantó un piñón hace ya 35 años y Él conoció a una mujer muy especial hace 35 años.


Su padre envejeció poco a poco hasta morir recordando aquella casa en el pueblo.


Su madre envejeció poco a poco regando aquel pequeño árbol y Él maduró poco a poco sin darse cuenta de que aquella mujer especial también fue madurando muy cerca de aquel árbol y de aquella casa. Todos aquellos años cada vez que sus padres iban al pueblo cuidaban de aquella morada con un mimo especial, como si aquellas habitaciones cerradas tuvieran una vida propia. Todos ellos habían pasado los mejores momentos de su vida en aquella casa, en aquel jardín. Él conoció a sus mejores amigos durante aquellos años. Los mejores momentos de su vida los descubrió junto a ellos.


Ha pasado mucho tiempo y hoy día, aquellos amigos, apenas se ven una vez al año durante las fiestas del pueblo. Hace tiempo que se reúnen en estas fechas para cenar juntos y añorar una juventud que poco a poco va desapareciendo. Este año, a diferencia de los anteriores, Él mantenía una especial ilusión por la cena del clan. Esta noche, por cuestiones de trabajo, faltaría a la cena una de las personas más queridas. Solo estarían Él, su Hada, y su Mujer Especial, de forma que optaron por cenar en aquella casa cargada de tantos recuerdos. Mientras Él se encargaba de organizar la velada con una mezcla de ilusión y tristeza por no estar los cuatro juntos, ellas intentaban penetrar en la casa con el máximo sigilo para que nadie les viera. Después de tantos años seguía estando mal visto cenar juntas personas casadas sin sus parejas correspondientes. En el fondo terminaba siendo divertida la estrategia que se montaba para acabar en un coche los cuatro juntos o asaltar la verja del jardín sin que nadie les viera.


En la mesa, este año les acompañaba la foto del amigo ausente. Es todo lo que podían hacer para suplir su ausencia. Como en ocasiones anteriores, comenzaron la cena celebrando el éxito de la Operación Asalto a la Reja entre risas y copas. Ya mediada la cena era inevitable recordar los escarceos amorosos de los tiempos pasados. Las Chicas, como ellos les llamaban, siempre dolidas con la actitud de los chicos, todos los años les recriminaban, amistosamente, lo mal que lo pasaban cuando ellos les daban de lado algunas noches en las fiestas de algún pueblo. Ellos, con cierto rubor, reconocían que no se comportaron bien con ellas durante aquellos años. El ambiente parecía encantador mientras cenaban a la luz de las velas. Como siempre, entre nostálgico y divertido. Él estaba feliz rodeado de su Mujer Especial y su Hada Buena cuando comenzó a percibir que el halo resplandeciente de su Hada empezaba a oscurecerse poco a poco. Él nunca antes había visto esto. Hacía muchos años que el halo luminoso rodeaba al Hada allá por donde fuera. No encontraba ninguna explicación. El vino de aquella tierra iba afectando a los comensales pero no era motivo suficiente. Tenía que haber algo más. Los recuerdos comenzaron a volverse áridos. Los comentarios se cubrieron de una acritud incomprensible, poco a poco, hasta el punto de provocar las respuestas más violentas . El áurea se apagaba poco a poco ante el silencio más amargo. El Hada comenzó a formular preguntas que le ruborizaban a Ella y le avergonzaban a Él. Las afirmaciones rotundamente amargas y las preguntas incisivas se apropiaron de la velada mientras Él y Ella se miraban con los ojos perdidos en la incomprensión total.


¿Que estaba pasando?


¿Por qué se transformaba aquel momento, tan esperado durante todo el año, en un infierno?


¿Que brebaje venenoso tomaron durante aquella cena de íntimos amigos?


¿Donde quedó aquel cariño incondicional que permitió durante tantos años el aceptar y asumir los errores de todo el clan sin darles más importancia que la que tenía?


Poco a poco, la desilusión se apoderó de Él perdiendo la capacidad de articular palabra alguna. A los postres, apagó alguna luz del comedor intentando visualizar algún resto del áurea de su Hada. Pero no obtuvo resultado. Después de unas frías despedidas se fue quedando solo, poco a poco, con la única compañía de ese nudo en la garganta mientras cada comensal se iba retirando a descansar.
Sentado en el escalón que da acceso al patio, consumió el último cigarrillo de la noche mirando con ojos vidriosos la copa de aquel hermoso árbol que durante tantos años creció a su lado mientras seguía buscando una respuesta desesperadamente.


¿Se habría quedado sin pilas el Hada Buena?
"Albedo"
Quintanas de Gormaz
8 de agosto de 2007

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué hermosos es tu blog

Me gusta lo que cuentas