2 de diciembre de 2010

"El Comienzo de Todo"

Mi madre fue azafata de congresos y mi padre técnico de sonido. Una noche, al terminar una de las interminables conferencias, mi padre le invitó a la azafata a tomar una copa para desconectar del trabajo y terminaron tan conectados que a los nueve meses nací yo durante el cofee break de un congreso médico y en una cabina de traducción simultánea puesto que mi madre no podía cogerse la baja en temporada alta de trabajo y estuvo en el tajo hasta el momento en que salí disparado. Seguramente, no recuerdo bien, pero debido a un acoplamiento de sonido durante la conferencia. Desde entonces he vivido media vida tirado por los suelos extendiendo cables y la otra media preguntándome para qué. De eso hace más de treinta años ya. Hoy sigo tirándome por los suelos y a la vez tirándome de los pelos cada vez que comienza una reunión pero la idea de tirarme a una azafata no se me pasa ni por la imaginación, ni con copas ni sin ellas.

Por lo que pueda pasar.

Durante todos estos años han sido infinitas las horas que me he pasado esperando el comienzo de una conferencia y esperando que termine otra. De los temas yo creo que no me queda ninguno por escuchar. Desde el método de reproducción de la perdiz roja de ojo blanco, pasando por la grabación de una subasta de “pajuelas” de sementales Hereford, hasta la retransmisión en directo de una operación de diabetes donde al comenzar a cortar el dorso del pie enfermo, salió una nube de mosquitos con el asombro de todos.

Pero lo que ocurrió aquel día de octubre de 2008 fue realmente insólito. El mundo entero se debatía en una crisis sin precedentes. Todos los organismos mundiales se reunían para intentar paliar sus efectos mientras las cifras de parados ascendían de una forma incontenible. Aquel día yo estaba a cargo de la traducción simultánea en el auditorio del Palacio Internacional de Congresos. La Conferencia había convocado a los máximos líderes políticos y económicos de medio mundo trabajando en seis idiomas oficiales. Doce intérpretes y más de quince técnicos estaban ocupándose del sonido y los medios audiovisuales cuando comenzó el acto de inauguración. En las dos primeras filas de butacas, figuraban los carteles de “RESERVADO” para las autoridades y vips mundiales. Unas filas más atrás estaba sentada Eva Fitzgerald, comisionada económica para el desarrollo de países emergentes. Miss Fitzgerald era una de las figuras mundiales con más conocimientos en los desarrollos microeconómicos de países con mínimos recursos naturales y había sido invitada al congreso con motivo de la publicación de uno de sus trabajos, The optimization of natural resources in peripheral zones.

A su derecha estaba sentado Adams Michaud, canadiense afincado en Florida desde hacía veinticinco años y profesor en The National Stadistics Institute de California. Mister Michaud ostentaba el título de mayor experto internacional en la recopilación de datos evolutivos en relación a procesos económicos globales, aunque en esta ocasión no intervendría en ninguna de las mesas redondas pues había sido invitado solo como consultor en este congreso. Adams Michaud y Eva Fitzgerald no se conocían personalmente pero sí se habían interesado mutuamente por sus respectivos trabajos. Fue tomando un café en los minutos previos a la inauguración del Congreso cuando se reconocieron al observar las acreditaciones que cada uno portaba colgada del cuello.

__Perdone, usted es Eva Fitzgerald?

__Si, y usted…

__Profesor Michaud, encantado de conocerle Miss Fitzgerald. He leído varios de sus trabajos.

__Eso me halaga, profesor, yo también conozco sus últimas publicaciones a cerca de la evolución económica en Medio Oriente.

__Encantado de conocerle profesor Michaud.

__ ¿Presenta usted alguna ponencia en el congreso? No le he visto en el programa.

__No, en esta ocasión me han invitado como asesor del presidente.

__Ciertamente vamos a necesitar mucho asesoramiento durante estos días.

__ ¿A qué se refiere?

__Bueno, la situación mundial requiere de opiniones y argumentos objetivos y no políticos.

__Estoy de acuerdo con usted pero desgraciadamente prevalecerán los planteamientos políticos por encima de las investigaciones sociológicas.

__Bueno, veremos si estos días podemos cambiar algo.



La conversación de Miss Fitzgerald y el profesor Michaud fue interrumpida por el sonido de la megafonía anunciando las indicaciones previas a la inauguración del evento.



__Rogamos a los señores delegados tengan la amabilidad de silenciar sus teléfonos móviles. En breves momentos comenzará el acto de inauguración.



Los participantes iban ocupando sus asientos mientras yo daba las últimas instrucciones a los intérpretes en relación a los canales de traducción. Mientras tanto el estadounidense Warren Baker, Secretario del Tesoro de EEUU, abría la sesión saludando a los delegados congregados en el auditorio.

Yo seguía cotejando el sonido en las cabinas, ya más tranquilo, una vez que había comenzado la conferencia. Todo se desarrollaba adecuadamente mientras pensaba en el tostón que me esperaba escuchar, como tantas otras veces. Estaba acostumbrado a soportar interminables discursos generalistas donde lo único que se trataba es de crear las bases donde asentar las premisas que pudieran llevar a la realización de los trabajos de grupo que previamente se habían elaborado con objeto de tramitar las conclusiones que conducirían a la celebración de un foro compuesto por los redactores de los informes que estudiarían los marcos legales donde poder plasmar las bases de los estudios previos enmarcados en los respectivos ámbitos políticos dentro del marco conjunto.



En definitiva, verborrea ininteligible donde se perdían ponentes y delegados sin llegar nunca a tratar los temas directamente y darles las soluciones oportunas. Como siempre los primeros momentos, después de la ceremonia de inauguración, se dedicaban a informaciones sobre orden y protocolos. Ya se habían tocado todos estos temas cuando el primer ponente se acercó al atril y comenzó su disertación sobre el estado de la situación mundial. Adams Michaud, llevado por su obsesión estadística escuchaba la intervención calculando mentalmente cuanto estarían bajando las bolsas mundiales durante esta media hora de conferencia y cuantas personas en el mundo perderían su trabajo durante este tiempo.

Eva Fitzgerald, mientras tanto, le miraba de reojo imaginando en que estaría pensando su admirado compañero de butaca. A Miss Fitzgerald tampoco le interesaba lo más mínimo el contenido vacío de la conferencia y no hacía más que pensar la cantidad de canapés que se tirarían a la basura durante el desarrollo de la cumbre mientras las recientes estadísticas de la FAO anunciaban un gran incremento en las muertes por inanición debido a la crisis alimenticia que se había provocado, en los últimos tiempos, al destinar una gran parte de las reservas mundiales de cereales a la elaboración de biocombustibles para países desarrollados.

Los aplausos dedicados al ponente les sacaron a nuestros expertos de sus pensamientos mientras se lanzaban una fugaz mirada cómplice, sin emitir ningún comentario.

A continuación, y después de la lectura detallada del curriculum del segundo ponente, este comenzó su disertación acerca de un tema que carecía de interés para la mayoría de la audiencia pero que todo el mundo intentaba disimular.

Yo, desde el fondo de la sala, donde estaba situado el control, veía las cabezas de todos los delegados y me distraía estudiando las reacciones de todos ellos ante conferencias de este tipo. Era curioso comprobar que durante discursos interesantes todas las cabezas que asomaban por encima del respaldo de las butacas, permanecían quietas, erguidas, manteniendo la atención en el orador o en la pantalla de proyección. En esas ocasiones el silencio total de la sala era roto solo por el tono de voz animado y vivaz del orador. En esta ocasión, la reacción del público denotaba una falta absoluta de interés por la conferencia. Desde mi posición notaba que las cabezas se movían de un lado a otro como intentando cambiar la orientación para evitar el sopor que les invadía desde hacía ya mas de media hora. Incluso si yo me ponía de pie podía ver como muchos de los delegados estaban atendiendo a sus teléfonos móviles, unos leyendo los e-mails, otros jugueteando con los programas. Era claro que no les interesaba absolutamente nada el tema que se estaba tratando. De todas formas hubo algo especial aquella mañana. En un momento dado, yo salí del control para realizar una verificación en uno de los distribuidores que había instalado a lo largo de la sala y pude observar que casi todos los participantes en el foro estaban mirando sus teléfonos móviles, que aunque silenciados, permanecían encendidos, iluminando suavemente cada una de las filas de butacas. Desde el control se podía observar como la mayoría de las cabezas estaban inclinadas hacia delante como si sus dueños estuvieran dormidos. En ese momento sonaron varios teléfonos que no estaban silenciados.

Esto solía ocurrir muchas veces. Siempre hay alguno que no se acuerda de apagarlo, y en plena sesión comienza a sonar y a sonar mientras los demás disfrutan viendo la cara que pone su dueño mientras busca y rebusca en los bolsillos de su abrigo mientras el aparato suena cada vez más alto. Pero en aquella ocasión no era un solo teléfono, si no muchos. Yo calculé que podían estar sonando aproximadamente unos diez, cada uno con su tono particular. Miento, había mas de diez teléfonos llamando incluyendo los que estaban silenciados, pero que emitían su luz intermitentemente dando un aspecto psicodélico a la sala de plenos. Era evidente que algo estaba pasando. El orador se había percatado del hecho pero seguía con su disertación sobre legislaciones internacionales a la vez que lanzaba miradas desconfiadas a uno y otro lado de la sala. Yo saqué mi teléfono del bolsillo y observé que tenía cinco o seis llamadas perdidas y otros tantos mensajes, lo que no era habitual. Algo estaba sucediendo. Lo primero que se me pasó por la cabeza fue el recuerdo del atentado del 11-M cuando en plena sesión de un congreso médico, comenzaron a funcionar muchos teléfonos al mismo tiempo.

Era evidente que algo fuera de lo común estaba sucediendo.

Después de comprobar el distribuidor y de vuelta al control de sonido, de pronto, se apagaron las luces de la sala. El sonido dejó de funcionar, y los teléfonos quedaron enmudecidos. Todo al mismo tiempo. La preocupación invadió aquella sala. Yo me dirigí corriendo al control y comencé a apagar todos los equipos por miedo a que se restableciera la corriente de golpe, pero el problema no radicaba solamente en una caída de tensión, si no que era mucho más importante. El moderador de la sesión se dirigió al atril y después de comprobar que el micrófono no funcionaba se dirigió a los presentes comunicándoles, en varios idiomas y forzando el tono de su voz, que había ciertos problemas con la instalación eléctrica del Palacio y que mientras se solucionaban, suspendería la sesión durante unos minutos. Los delegados comenzaron a salir de la sala intentando utilizar los teléfonos móviles pero sin ningún resultado. Algunos se dirigieron a las cabinas telefónicas instaladas en el hall del palacio de congresos pero tampoco funcionaban. Todo el sistema de comunicaciones había caído de golpe. A los pocos minutos se pudo restaurar la instalación eléctrica gracias al equipo de emergencias del que disponía el complejo. Este sistema consistía en un gran grupo electrógeno alimentado con gasoil con el que se podían restaurar los servicios mínimos eléctricos durante un periodo de tiempo limitado. Fue entonces cuando el servicio de megafonía anunció que el problema técnico afectaba al sistema de comunicaciones y que aunque se había recuperado el fluido eléctrico, las líneas telefónicas analógicas y digitales así como las de fibra óptica no estaban operativas de momento por lo que se suspendía la convención hasta nuevo aviso. A estas alturas tanto el personal de mantenimiento del centro de congresos como las personas encargadas de la seguridad de los delegados no hacía más que ir de un sitio para otro, inquietos, intentando localizar algún sistema de comunicación con sus respectivas centrales. Algunos vehículos blindados donde viajaban los delegados vips, disponían de telefonía vía satélite y se podían apreciar varios corrillos formados por escoltas y guardaespaldas alrededor de alguno de esos teléfonos, pero tampoco estaban operativos. Yo permanecía en el control intentando restaurar todos los equipos pero cual fue mi sorpresa cuando al encender los receptores de los micrófonos inalámbricos, los displays aparecían en blanco, sin ninguna información. Normalmente debía aparecer la frecuencia de trabajo de cada micrófono pero excepcionalmente estaban en blanco. Intenté realizar un escaneado de frecuencias pero sin éxito. Ningún equipo electrónico conseguía sintonizar con ningún canal de radiofrecuencia. Reunidos la mayoría de los técnicos pudimos llegar a la conclusión de que el espectro radioeléctrico se había colapsado a todos los niveles. Era por eso por lo que era imposible establecer conexiones de telefonía móvil o vía satélite. Todos los repetidores de radio o tv también estaban colapsados así como las redes informáticas vía wifi. En resumen, cualquier vía de comunicación inalámbrica era inviable. La pregunta ahora era a que nivel estaba sucediendo todo esto. Desde luego el Palacio Internacional de Congresos estaba aislado del resto del mundo pero es que también los equipos de seguridad ciudadana estaban incomunicados entre ellos. En una sociedad sometida a las tecnologías de la información, estas eran totalmente inútiles en este momento. Ante el desconcierto generalizado se optó por reunir a todas las personalidades en el auditorio central siguiendo los protocolos de seguridad que se articulaban en todos los eventos de esta categoría. Mientras tanto Miss Fitzgerald y el profesor Michaud que departían con un grupo de periodistas, pudieron observar que un vehículo oscuro con los cristales tintados y precedido por dos motoristas estacionaba delante de la entrada principal al Palacio. Era una comitiva un tanto extraña pues los motoristas no llevaban ningún uniforme característico si no que vestían con ropas oscuras y sus motocicletas tampoco portaban ningún distintivo, ni siquiera los pilotos azules que normalmente utilizaban los servicios de escolta para abrir paso a las comitivas oficiales.

Ni que decir tiene que en cuanto los periodistas se percataron de la llegada del vehículo negro salieron de estampida a las puertas del palacio mientras Miss Fitzgerald y el profesor Michaud se intercambiaban las miradas cargadas de expectación. Una nube de reporteros y periodistas rodeaba el vehículo mientras los motoristas permanecían en sus potentes motocicletas con el motor encendido. Al mismo tiempo se abría la puerta delantera y salía del coche un individuo de casi dos metros de alto extremadamente corpulento que rápidamente procedió a abrir la puerta trasera ayudando a salir a un sujeto con uniforme militar de unos sesenta años, con el pelo muy canoso y el rostro ciertamente desencajado. Su chaqueta estaba cubierta casi completamente por insignias y condecoraciones típicamente militares. Los periodistas comentaban asombrados que es lo que hacía aquí el presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor de la Defensa mientras se arremolinaban alrededor del coche, prácticamente sin dejarle bajar. Casi a trompicones se iba abriendo paso flanqueado por varios escoltas que le iban dirigiendo a la sala Vips donde se encontraban reunidos los presidentes de los estados representados en la cumbre. Miss Fitzgerald y el profesor Michaud, que se encontraban a escasos metros de la comitiva, se habían dado cuenta que los escoltas del general no portaban los típicos pinganillos de cable en espiral que utilizaban normalmente para comunicarse entre ellos. Una vez en la puerta de acceso a la sala Vips los escoltas se deshacían de la nube de medios abriendo los brazos y formando una especie de muro infranqueable mientras los operadores de cámara y los fotógrafos intentaban capturar las últimas imágenes elevando los brazos por encima de las cabezas mientras se cerraba la puerta delante de ellos.



Sra. Presidenta, Sres. Presidentes, les ruego unos minutos de atención. En las últimas horas tanto nuestro país, como el resto de la Unión Europea, ha sufrido un colapso de sus redes de comunicación cuyo origen se considera información reservada. No está en nuestra mano delimitar cuanto durará el problema por lo que procederemos a garantizar su seguridad, trasladándoles al refugio protegido que se contempla en los protocolos de actuación en situaciones de alarma general. Es por ello por lo que les ruego que ustedes y sus asistentes sigan estrictamente las indicaciones que el personal militar les indique para el buen desarrollo de la evacuación. En el momento en que tengamos más información, se la haremos llegar con la mayor brevedad posible.


CONTINUARÁ

"Bibiana Durmiente"

Érase una vez un país de ilusiones donde moraba la Sra. Ministra D.ª Bibiana Aído Durmiente. Esta ministra que regía el Ministerio de Igualdad se despertó un buen día por la mañana soñando que le besaba un príncipe mientras dormía. Rápidamente se incorporó en su lecho, cogió el teléfono, llamó al Instituto de La Mujer, al sindicato FETE-UGT y a su jefa de gabinete y puso en marcha todo un plan para censurar los cuentos infantiles donde figuraban príncipes que besaban doncellas y doncellas que no reivindicaban sus derechos, considerándolos sexistas.
¿De verdad piensa usted, Sra. Ministra, que el cuento de Blancanieves y los siete enanitos es machista? ¡Pero si la estrella del cuento es Blancanieves! Pero si la segunda protagonista del cuento es la bruja. ¿O es que eran travestis las dos? ¿Son machistas los siete enanos que se pasaban el día currando como enanos en el bosque para tener contenta a Blanca?
¿Es machista el Príncipe que ligó con Cenicienta? ¡Pero si se pasó un montón de tiempo sin tener relaciones hasta que encontró a Cenicienta! y además tuvo que andar toqueteando todos los zapatos de la zona. Y al fin y al cabo, Cenicienta acabó viajando en carroza de cristal y viviendo en un palacete de puta madre y por lo que recuerdo fueron felices, comieron perdices y debieron copular a lo bestia durante el resto de sus días porque no tenían otra cosa que hacer. ¿Y que me dice de Peter Pan? Por esta regla de tres, Peter Pan debería ser gay a juzgar por la vestimenta que usaba. ¿Y el Capitán Garfio procedía de una familia desestructurada? ¿Por eso disfrutaba tanto puteando a Campanilla? Bueno, y Caperucita roja... ¿no es machista? Ah, no, perdón, no es machista porque es roja. De cualquier forma lo de llevar un bocata panceta a una enferma terminal, tiene mala leche. Joder, con Caperu. ¿Y ese lobo babeando cada vez que la observaba por el bosque, con su capa roja? ¿Acaso era un voyeur?
Mire, Bibiana, esto es todo un despropósito. ¿Que pasa, que usted se aburre en ese ministerio inútil que le han creado a su medida? Un ministerio que se crea para reafirmar que los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos. Es como crear un Ministerio para la Paz para reafirmar que la gente tiene que vivir en paz. ¿Pero es que no hay problemas de que ocuparse hoy en día que los cuentos de la Bella Durmiente? Despierte, Sra. Ministra y en primer lugar ilústrese sobre la literatura infantil de hace 60 años que estaba creada para aquella sociedad, que sin ser igualitaria respecto a la mujer, era la que desgraciadamente tocaba en ese momento. Estoy seguro de que usted dormiría más tranquila si Eva le hubiera arrancado la costilla a Adán, pero la cuestión no fue así desgraciadamente. Que le vamos a hacer. También puede usted cambiar las antiguas escrituras pero pienso que sería mejor dedicarse a promocionar el folklore andaluz y dejarse de calentar los cascos a la gente que tiene otros problemas que atender. Para ser Agustina de Aragón o Juana de Arco hay que estar intelectualmente mejor preparada.

"Los Pies en la Tierra"

En la pequeña mesa de mármol blanco descansan varias botellas de cerveza Paulaner Heffe-Weissbier de trigo vacías.
Demasiadas botellas de cerveza Paulaner Heffe-Weissbier de trigo vacías.
En sus mentes revolotean muchos recuerdos de hace demasiados años.
Demasiados recuerdos imposibles de organizar en el tiempo.

En el ambiente resuena el paso de los segundos uno detrás de otro, impacientes, intentando atropellarse alocadamente.
Demasiados segundos martilleando sin pausa mientras apuran el último trago de cerveza Paulaner Heffe-Weissbier de trigo. Cada momento se cruzan una mirada que termina en el reloj de época colgado en una de las paredes de aquella vieja cervecería.

Mucho tiempo han estado esperando este momento.

Demasiado tiempo sin saber unos de otros.

Vuelven a intercambiar una inquieta mirada mientras encienden otro cigarrillo más.

Demasiados cigarrillos que van creando una atmósfera cargada de expectación.

__Son las siete ya…

__Si...

Falta muy poco. En cualquier instante aparecerá alguien por aquella puerta de “Saloon” del viejo oeste. Será el momento.

A través de la cristalera pueden apreciar las figuras de tres personas que se acercan decididas al reservado. Cogen aire justo antes de aparecer alguien con unos ojos azules, claros, relucientes.

Esos ojos que se ven una vez y no se olvidan jamás.

Esos ojos de National Geografic que se fijan en la memoria y que te persiguen a lo largo de tu vida como un fantasma.

Esos ojos capaces de expresar tantas emociones hace más de treinta años.

Los mismos ojos que en aquel sótano se clavaban en él preguntándose que pasaría al apagar la tenue luz roja mientras el Gato Stevens maullaba suavemente invadiendo aquella estancia.

Los ojos de la gata de angora que afilaba sus uñas discretamente cuando él intentaba saltarse la línea para acariciarle.

Esos ojos expectantes y llenos de vida decoraban ahora la misma sonrisa nerviosa de siempre.

Esos ojos estaban ahora allí mismo.

A pocos metros.

Clavados como aguijones en él.

Sin palabras.

El sudor en las manos.

La boca, como una manada de patos pidiendo pienso.

La cabeza anestesiada por demasiada cerveza Paulaner Heffe-Weissbier de trigo.

Aquel grito nervioso al verlos subió el telón de una noche apasionante en la vida de aquellos cincuentones.

__ ¿Como estáis?

__Bien, bien…

El abrazo inicial duró mucho menos de lo que esperaban.

Un abrazo discreto. Un tímido abrazo que quería alargarse en el tiempo pero… no podía ser. La realidad se encargó de romperlo mientras, de nuevo, separaban sus brazos el uno del otro.

El resto de la pandilla aislado con sus recuerdos y sus sensaciones iban dando rienda suelta a todo lo que no se habían contado durante tantos años. Mientras tanto en la esquina de la mesa, aquella vieja silla de madera permanecía impasible ocupada por la ausencia. No estaban todos. Faltaba alguien a quien el destino jugó una mala pasada y no tuvo la más mínima consideración con Ella. Entre risas y recuerdos dirigían alguna mirada fugaz a esa silla ocupada por la nostalgia. Durante toda la noche les acompañó como una extraña presencia mientras recordaban antiguas canciones de la época.


No has cambiado sigues siendo tú

y yo sigo igual que siempre,

en seguida te reconocí

fue un latido diferente,

será que tanto tiempo

apenas nos rozó,

solo pasó por dentro.

Como siempre, como ayer,

tú más hombre, yo más mujer,

como niños, sin saber que hacer;

una copa, un café

tu mirando, yo mírame,

sin palabras, igual que aquella vez;

¿Tú que cuentas? yo ¿Como estás?

tú nervioso, yo mucho más,

es extraño, parece todo igual. . . igual.

Se hace tarde y tengo que irme ya

tú te pierdes con la gente,

los recuerdos y la realidad

se confunden lentamente,

espérame un momento

de vernos otra vez

y detener el tiempo.

Como siempre, como ayer,

tú más hombre, yo más mujer,

como niños, sin saber que hacer;

una copa, un café

tu mirando, yo mírame,

sin palabras, igual que aquella vez;

¿Tú que cuentas? yo ¿Como estás?

tú nervioso, yo mucho más,

es extraño, parece todo igual. . . igual.

Un segundo y después

tú a lo tuyo y yo también

como siempre, igual que aquella vez.

(Mocedades)


Son las tres de la mañana cuando aquella excursión de viejos adolescentes va cerrando uno por uno todos los locales de copas buscando el “Sótano de Inés”

Pero el “Sótano de Inés” esta cerrado. Cerró hace mucho tiempo. Cerró al mismo tiempo que se cerraron muchas expectativas. El tiempo fue su portero de noche.

Es muy tarde ya.

El sueño se va desvaneciendo.

El embrujo va desapareciendo muy poco a poco pero impasible.

Vuelven a cruzarse miradas llenas de complicidad.

Algunos abrazos se resisten a deshacerse.

Los labios se funden entre sí fugazmente, discretamente, tímidamente.


Algunos árboles sonríen exhibiendo sus otoñales cintas amarillas.


En la fría madrugada… Sudan los ojos.


"Perato"


Madrid, 15-11-2009

"EX PAÑA IS DIFERENT"

No te vayas todavía, no te vayas, por favor, no te vayas Bibianilla que el ministro Moratones llora cuando dice adiós.

¿Dios? ¿Existe Dios? Pues por si acaso, por Dios te lo pido, Bibiana, no nos dejes, por lo que más quieras. Perdóname todas mis críticas y las de otros pero no nos dejes en manos de la Pagín. No dejes que tu angelical cara de photoshop sea sustituida por la de Pagín y si es así, te ruego le pidas prestada su pulsera “Power Balance” para que deje de hacer el ridículo en las ruedas de prensa. Por lo menos, que se la quite cada vez que entre en el ministerio. En verdad os digo, hermanos, que estamos en manos de Dios. Mira que si la política de sanidad ex pañola se va a sostener en los beneficios de las pulseras “Power Balance”… Todo es posible. Se me ocurre que si la Ministra de Sanidad lleva en su mano una de esas pulseras será por algo. Podría hablar con Valeriano Gómez para que las reparta a la salida de todas las oficinas de empleo del país. Los pobres parados saldrían de la oficina con su subsidio y una pulserita de colorines que les proporcionaría "equilibrio, fuerza y flexibilidad".

Y qué me dices de Valeriano Gómez (el enemigo en casa). Hace cuatro días poniendo a parir al gobierno en la manifestación contra la reforma laboral que el mismo tiene que desarrollar. ¿Se puede ser más subnormal? Y mientras tanto Ministrini secándole las lágrimas a Moratones.

Patético. Y a todo esto sale el animal (león) de la Riva del alcalde de Valladolid comentando la forma de los labios de Pajín. __ ¡Hombre, León, que todos nos habíamos dado cuenta! Pero un poquito de por favor__Entre ese comentario y lo de la “Señorita Pepis vestida de soldadito” refiriéndose a la Chacón, no estás haciendo muchos méritos para el Ministerio de Igualdad, ministerio que no es que haya desaparecido si no que se ha reconvertido en Secretaría de Estado de Igualdad. Y quien va a estar al cargo?????????

Doña Bibiana Aído, naturalmente, íntima amiga de la Pagín. La flamante ministra es lo primero que ha hecho nada más coger la cartera y antes de quitarse la pulsera mágica. Así que no me extrañaría que a este paso nombrara a León de La Riva, asesor de la Secretaría de Estado de Igualdad y así estaría el circo completo, incluido el ventrílocuo de Rajoy. Mientras tanto puedo apreciar una gran fila de parados que a ritmo de enanitos de Blanca Nieves van mostrando orgullosos sus pulseritas de colores entonando aquella alegre melodía: “Pajín, Pajín, Pajín, mucho cuidado con lo que haciiiiiiis, Pajín, Pajín, Pajín, a Zapatero no pisiiiiiiiis”.

Perato

22-10-2010